• Hermosillo, Sonora, México a     |  Año 29 No. 11    

Una pesadilla epidemiológica

Dr. César Alvarez Pacheco / [email protected]




Nota publicada: 2025-02-23

Una pesadilla epidemiológica.

 

Los plásticos son una parte cotidiana de nuestras vidas que utilizamos todo el tiempo. Llevamos una botella de agua de plástico en la mano cuando viajamos, cocinamos con plásticos, nuestros comestibles vienen envueltos en plásticos y nuestra comida se calienta en recipientes de plástico. Hoy se sabe que todo ello influye en nuestra salud, pero ¿De qué manera?

 

El increíble crecimiento de la producción de este material en las últimas siete décadas, que se remontan a los años 50, durante las cuales se calcula que se han producido aproximadamente 9.000 millones de toneladas de plástico. Podemos pensar que estamos abordando esta cuestión a través del reciclaje. Aunque en teoría suena bien, se calcula que solo se recicla alrededor de 10 % y gran parte del material no reciclado termina en vertederos no regulados, en el agua o se quema y se aerosoliza; sí, como en el “basurón” en Huatabampo y otros lugares. Con su posterior degradación o regulación al alza, el plástico se convierte en un compuesto de aire, agua y suelo. Como tales, los plásticos son ingeridos de forma rutinaria y se infiltran progresivamente en prácticamente todas las formas de vida del planeta. De hecho, se calcula que actualmente una persona promedio ingiere el equivalente a 5 g de plástico  más o menos, aproximadamente la masa de una tarjeta, una vez a la semana. Se puede respirar por aerosolización e ingerirse, aunque no hay mucho riesgo de exposición dérmica. Dicho material se clasifica como microplástico cuando tiene un tamaño <5 mm, algo que generalmente podemos ver, y en nanoplástico cuando mide <1 ?m, que obviamente no podemos ver. Un artículo de revisión de 2024 señala que los plásticos ingeridos se acumulan en el tubo digestivo y en los pulmones, donde presentan propiedades inflamatorias. Múltiples estudios realizados en una variedad de modelos de parasitos y peces han demostrado que los microplásticos tienen efecto espectacular en la flora intestinal. En los humanos disminuyen la misma. Básicamente la ingestión de plásticos aumenta la disbiosis y disminuye la diversidad estableciendo un desequilibrio en el tubo digestivo. Los estudios realizados en animales también han demostrado sistemáticamente que los microplásticos dan lugar a cambios drásticos en la integridad intestinal. Numerosos estudios han demostrado que estas nanopartículas de plástico pueden encontrarse en cualquier parte del cuerpo, incluido el cerebro. La exposición al plástico es muy perjudicial.  ¿Qué significa todo esto en términos de enfermedad? Estos plásticos no provocan la muerte celular, pero sin duda modifican la estructura y la función de las células. Múltiples análisis celulares y estudios in vivo han demostrado repetidamente el impacto biológico negativo de la exposición a microplásticos. Un estudio reciente que me pareció interesante por sus sorprendentes resultados apareció en The New England Journal of Medicine. Los investigadores reclutaron 304 participantes. De estos pacientes, 150 (58 %) tenían nanoplásticos identificados en sus arterias y presentaban riesgo de sufrir una complicación cardiaca asociada, un ictus o muerte por cualquier causa aproximadamente 4 veces mayor que aquellos en los que no se detectaron nanoplásticos. También hay datos que indican relación con las enfermedades hepáticas. Por ejemplo, un estudio experimental con animales demuestra que existe estrecha relación entre la exposición a microplásticos y la aparición de esteatosis hepática asociada a disfunción metabólica. En otra revisión se analizaron las razones metodológicas por las que esto tiene sentido, que demuestran que las nanopartículas son transportadas a la vena porta e inducen aumentos de diversas citocinas en el hígado.

 

¿Qué se puede hacer? Se trata de una pesadilla epidemiológica en potencia. El riesgo medioambiental es explosivo y continúa a ritmos crecientes. Se calcula que en 2050 la producción anual de plásticos superará los 1.100 millones de toneladas anuales. A finales de 2023 la Unión Europea aprobó una medida de legislación química para bloquear o restringir la adición de microplásticos a los productos. Al considerar la magnitud de esta medida hay que tener en cuenta que están presentes en prácticamente todo lo que vemos: fármacos, cosméticos, etcétera. Además, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente aprobó un acuerdo en 2024 para investigar formas de elaborar y aplicar potencialmente políticas relacionadas con la exposición a nanoplásticos y microplásticos en humanos. Las estrategias de mitigación pueden incluir medidas, como reducción de la exposición al plástico en las formas de consumo (p. ej., botellas de agua, materiales de cocina), mejora de las prácticas de manejo en torno a cómo se procesan los plásticos y en última instancia, cómo se tratan cuando se devuelven al medio ambiente, así como la búsqueda de formas de limitar este material en los productos de consumo y desarrollar alternativas biodegradables.

Dr. César Álvarez Pacheco

[email protected]

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora

 



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