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Descubrimientos de microARN y en IA destacan en ciencia este 2024

LA JORNADA /




Nota publicada: 2024-12-23

El avance de la inteligencia artificial (IA) y el descubrimiento del microARN, unas partículas diminutas de ácido ribonucleico (ARN), conquistaron la entrega de los premios Nobel de Física, Química y Medicina durante 2024. A pesar de los esfuerzos por implementar políticas de inclusión de género en muchos países, los galardones de estos sectores fueron otorgados únicamente a hombres.

El estadunidense John J. Hopfield y el británico-canadiense Geoffrey E. Hinton ganaron el Nobel de Física por sus descubrimientos en el campo de la inteligencia artificial. Estos científicos sentaron las bases para el aprendizaje automático a través de redes neuronales informáticas, que permiten encontrar patrones en grandes volúmenes de datos, una herramienta clave en aplicaciones cotidianas como el reconocimiento facial y la traducción de idiomas.

Hopfield, en 1982, desarrolló la red neuronal que lleva su nombre, utilizada para la búsqueda de patrones entre palabras, mientras Hinton amplió este concepto a mediados de los años 80, al crear la máquina de Boltzmann. Estos avances impulsaron el desarrollo del aprendizaje automático desde 2010, con aplicaciones en física, biología y otras disciplinas.

A lo largo de su carrera, Hopfield y Hinton se dedicaron a comprender cómo funciona el cerebro, y jamás imaginaron que sus descubrimientos llevarían a la tecnología detrás de la IA moderna.

Esta última se volvió a hacer presente cuando los estadunidenses David Baker y John Jumper y el británico Demis Hassabis ganaron el Nobel de Química por sus contribuciones al uso de la IA para predecir la estructura de las proteínas.

Baker, bioquímico de la Universidad de Washington, recibió la mitad del premio por su trabajo en el diseño computacional de proteínas, mientras Hassabis y Jumper, de Google DeepMind, obtuvieron la otra mitad por desarrollar un modelo de IA para predecir estructuras proteicas.

Baker ha logrado construir proteínas con aplicaciones en medicina, como fármacos y vacunas, y en áreas de nanomateriales y sensores. Por su parte, Hassabis y Jumper han sido capaces de predecir la estructura de casi todas las proteínas conocidas, con aplicaciones científicas que abarcan desde la comprensión de la resistencia a los antibióticos hasta la producción de enzimas que pueden descomponer plásticos.

Sin embargo, a pesar de los impactos positivos que tiene la IA en la vida cotidiana y sus aplicaciones en biología, persisten los debates sobre las implicaciones éticas y la viabilidad de sus usos a largo plazo.

El propio Hopfield aprovechó la entrega del Premio para reiterar su preocupación por los posibles riesgos de la tecnología que ayudó a engendrar.

Afrontar amenazas

Respecto a que estas cosas se salgan de control y se apoderen de todo, creo que nos encontramos en un punto de bifurcación en la historia, en el cual tenemos que averiguar si hay una manera de afrontar esa amenaza, dijo.

Mientras la IA sigue avanzando en campos como la física y la química, otro descubrimiento clave, esta vez en biomedicina, marcó un hito en el estudio de la genética. Los estadunidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun fueron reconocidos con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su descubrimiento de los microARN, partículas diminutas de ácido ribonucleico (ARN) que desempeñan un papel clave en la regulación de la actividad génica según el contexto celular.

Este hallazgo permite tener un entendimiento más profundo de cómo las células controlan sus funciones, abriendo nuevas posibilidades para tratar enfermedades como el cáncer, trastornos neurológicos y problemas cardiovasculares.

Ambros destacó la decisión del Comité del Nobel por reconocer una investigación de ciencia básica: cuando este tipo de cosas le suceden a los científicos básicos, creo que es algo maravilloso para todos los que hacen este tipo de esfuerzos. Es una celebración no de una persona en particular, sino de una forma de hacer ciencia.

Mientras los premios Nobel celebraban los avances en el campo de la genética y la IA, en México, otro descubrimiento significativo de 2024 destaca el papel de la tecnología avanzada en la arqueología.

A través del sistema Lidar (un modelo de teledetección que utiliza pulsos láser para medir distancias) ha revelado una ciudad maya oculta, demostrando cómo las innovaciones en este rubro también nos permiten desentrañar los secretos del pasado.

El estudio, titulado Quedarse sin espacio vacío: lidar ambiental y el abarrotado paisaje antiguo de Campeche, México, publicado por Cambridge University Press, descubrió la existencia de una ciudad antigua llamada Valeriana, a partir del análisis de datos obtenidos en 2013 con un sensor lidar aéreo, que encontró que la zona contenía 6 mil 764 estructuras, lo que representa una densidad de 55.3 edificaciones por kilómetro cuadrado.


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