Nota publicada: 2025-12-09
La experiencia del COVID-19 nos dejó claro que las pandemias no siempre son solo biológicas. Mientras el mundo enfrentaba un virus, también descubrimos otra batalla: la del bienestar emocional. Ansiedad, depresión, insomnio y una sensación de soledad constante se volvieron parte del día a día. Y aunque el virus quedó atrás, el desgaste mental sigue tocando a muchos.
Internet prometió unirnos, y sí, hoy estamos más conectados que nunca… pero también más saturados. El uso excesivo de redes sociales ha convertido la conexión en ruido, y ese ruido pesa. Un estudio publicado en JAMA Network Open el 24 de noviembre lo confirma: 295 jóvenes de 18 a 24 años redujeron su uso de redes a solo 30 minutos diarios. En apenas una semana, su ansiedad bajó 16.1%, la depresión 24.8% y el insomnio 14.5%. A veces, el primer paso hacia la paz mental es simplemente apagar la pantalla.
Ya en 2023, iniciativas como Reconnect Movement, creadas por la University of Central Florida junto con Rollins College, invitaban a crear espacios sociales auténticos, libres de redes y llenos de presencia real. Su fundador, Seán Killingsworth, lo resume bien: “Los teléfonos no son malos. Solo no pertenecen a todos los espacios sociales”. Un recordatorio sensato de que podemos recuperar nuestra atención y nuestra calma con límites saludables.
La ciencia respalda este camino. Dialogues in Clinical Neuroscience advierte que el uso excesivo de tecnología reduce la atención, afecta el rendimiento académico, debilita la inteligencia emocional y social, altera el sueño y aumenta el aislamiento. Nada de eso es pequeño: son señales de que nuestra mente está pidiendo una pausa.
A largo plazo, este desgaste incluso puede llevarnos a una “amnesia digital”. Antes memorizábamos teléfonos, fechas, direcciones, letras de canciones… pequeños ejercicios que mantenían al cerebro activo. Hoy, ante la mínima duda, desbloqueamos el celular y delegamos nuestra memoria. El problema no es la herramienta, sino la dependencia.
Sin memoria, perdemos anclaje: no hay presente ni futuro sólido. Por eso, muchos expertos consideran que este olvido cotidiano —y todo lo que lo acompaña— es la nueva pandemia silenciosa.
La buena noticia es simple y poderosa: podemos recuperar nuestra mente. Basta con empezar por pequeñas acciones diarias —menos pantalla, más presencia— para volver a sentir esa claridad que creíamos perdida. En un mundo que nos grita todo el tiempo, cultivar silencio interno es un superpoder. Y está al alcance de todos.