
Nota publicada: 2025-05-11
Este fin de semana tuve el privilegio de estar en Omaha, en la asamblea anual de Berkshire Hathaway y fui testigo de un momento que marcará un antes y un después:
Warren Buffett anunció su retiro como CEO, después de 60 años al frente de la empresa. No fue solo una reunión de accionistas, fue una ceremonia simbólica, un acto de cierre lleno de significado. Un homenaje a una vida entera guiada por principios, visión y propósito.
Más de 50 mil personas nos levantamos antes del amanecer para escucharlo hablar durante horas. Y no lo hicimos por un consejo financiero, sino por lo que representa:
Una vida coherente entre el decir y el hacer.
Buffett no solo construyó una de las mayores fortunas del mundo. Construyó una filosofía. Un estándar ético. Un movimiento que trasciende el dinero.
Omaha gira en torno a ese legado. Y este fin de semana, eso se sintió con fuerza.
De todo lo vivido, me llevo muchas reflexiones. Pero hay tres grandes lecciones que quiero compartir.
1. Haz pocas cosas, pero hazlas muy bien.Uno de los momentos más potentes del encuentro fue cuando Buffett compartió un cálculo simple, pero revelador:
“En más de 80 años de carrera, solo he tenido unas 20 oportunidades realmente importantes.”
Para entender la magnitud de esta frase, vale hacer una pausa.
Los mercados financieros abren, en promedio, unos 200 días hábiles al año, multiplicado por 80 años, eso da 16,000 días de operación y en ese océano de datos, ruido, euforia y crisis, Buffett afirma que solo 20 días hicieron la verdadera diferencia:
20 decisiones clave.20 momentos donde todo cambió.Eso representa apenas el 0.125% del tiempo. El resto fue preparación, espera, observación y disciplina para no actuar cuando no tocaba.
Es una lección de humildad y una guía clara para la vida: No se trata de estar haciendo todo, todo el tiempo. Se trata de tener la capacidad de reconocer cuándo es el momento correcto, y actuar con convicción.
En la vida —como en las inversiones— las decisiones verdaderamente importantes son pocas. Pero marcan la diferencia entre construir algo significativo o simplemente mantenerse ocupado:
Elegir a tu pareja.El camino profesional que decides tomar.Una inversión de alto impacto.Cambiar de ciudad. Empezar un proyecto.Perdonar.Emprender.Soltar.Cada una de esas elecciones puede moldear el resto de tu vida.
Y como enseñó Buffett: No necesitas muchas. Solo necesitas hacer bien las que cuentan.
2. El largo plazo no es una estrategia. Es una forma de vivir.Hay una imagen que resume la visión de Warren Buffett: A sus 94 años, está tomando decisiones con un horizonte de 50 años.
¿Quién piensa así a esa edad? ¿Quién proyecta hacia un futuro que probablemente no verá?
La respuesta es simple: Alguien que ya no vive para sí mismo.
Alguien que entiende que su responsabilidad es con el futuro, con la sociedad, con las ideas que sobreviven a su tiempo.
En el mundo actual, dominado por la urgencia, la gratificación instantánea y la rotación perpetua de objetivos, pensar a largo plazo parece contracultural y sin embargo, es lo que diferencia lo pasajero de lo trascendente.
Pensar a largo plazo no significa posponer decisiones, significa tomarlas con una conciencia más amplia, más profunda, más generosa.
En el contexto de la inversión, implica resistir la tentación de las modas y enfocarse en la esencia. En la vida, implica comprometerte con procesos, relaciones y visiones que requieren paciencia, consistencia y confianza.
El largo plazo exige otro tipo de musculatura, la del carácter y Buffett es la prueba viva de que cultivar esa visión permite construir no solo grandes fortunas, sino grandes vidas.
3. Los grandes proyectos se construyen acompañado.Uno de los momentos más íntimos y conmovedores de la jornada fue la presencia constante —aunque invisible— de Charlie Munger.
Warren lo mencionó en casi cada respuesta:
“Charlie hubiera dicho…”
“Charlie hubiera pensado…”
“Charlie me enseñó que…”
Charlie falleció hace poco más de un año, pero su espíritu estaba en todo, y eso no fue una formalidad. Fue una declaración de principios.
Buffett y Munger compartieron más de seis décadas de trabajo juntos y lo que construyeron no fue solo una empresa:
Fue una manera de ver el mundo.
Esa complicidad intelectual y emocional no se improvisa, se forja con tiempo, con respeto mutuo, con la voluntad de confrontarse sin destruirse, de apoyarse sin anularse.
Ver a Warren hablar de Charlie fue ver a un hombre agradecido, no solo por el socio brillante que tuvo, sino por el amigo con el que pensó, discutió, creció y trascendió. En una época que glorifica al individuo y al éxito solitario, esta lección es vital:
Los grandes proyectos no se hacen solos. Las grandes decisiones se enriquecen en el diálogo y el verdadero legado no se mide en lo que lograste, sino en con quién lo compartiste.
El retiro es una trampa.Lo que más me dejó pensando fue esto:
Buffett no se retira porque esté cansado. Se retira porque entiende que su etapa como operador ha llegado a su fin, pero su lucidez, su energía y su enfoque siguen intactos.
¿La razón?
Nunca dejó de hacer lo que amaba.
En un mundo que celebra el descanso como símbolo de éxito, Buffett nos recuerda algo fundamental:
Trabajar no es el problema, si lo haces desde el propósito.
“Cuando haces lo que amas, no trabajas… simplemente vives.”
Esa frase, más que un cliché, es un principio fundamental. El éxito no está en llegar a la meta, sino en disfrutar el trayecto lo suficiente como para no querer detenerte y eso, en estos tiempos, es una idea profundamente revolucionaria.
El final de una era. El inicio de un legado aún más grande.Esta asamblea no fue solo el cierre de una etapa, fue una transferencia silenciosa de principios. Un recordatorio de lo que realmente importa: la integridad, la visión y las personas con las que eliges caminar.
Buffett deja el título, pero su legado apenas comienza y no está en los números, está en la filosofía que nos deja:
Hacer lo correcto, esperar con paciencia, y tomar pocas decisiones, pero hacerlo con excelencia.
Gracias, Warren. Por enseñarnos a invertir con sabiduría, por mostrarnos que el largo plazo es una forma de estar en el mundo y por recordarnos que los verdaderos movimientos se construyen con valores y visión.
Gracias, Charlie. Tu ausencia es evidente y eso solo confirma que tu legado vive en Warren, en Berkshire y en todos los que creemos en construir una vida con propósito y en buena compañía.
El fin de una era. El comienzo de algo aún más grande.
Que su legado nos encuentre preparados.
Fuente: https://javiermorodo.com