
Nota publicada: 2025-04-21
Hermosillo, Sonora, 21 de abril de 2025.- Además de haber sido el primer pontífice latinoamericano y de origen jesuita, el Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, marcó un antes y un después en la historia contemporánea del catolicismo, impulsando una iglesia más austera, cercana a los pobres y, sobre todo, abierta al diálogo con sectores tradicionalmente excluidos, expresó Juan Carlos Holguín Balderrama.
El docente adscrito al Departamento de Historia y Antropología de esta casa de estudios se pronunció en torno al fallecimiento del Santo Padre, resaltando el impacto de sus acciones en los primeros 25 años de este siglo XXI.
“Sin duda alguna, la figura del Papa Francisco ha sido trascendental o, prácticamente, fundamental para al catolicismo del siglo XXI, luego de un pontificado moderado y conservador de más de un cuarto de siglo de Juan Pablo II y una gestión mucho más conservadora del Papa Benedicto XVI”, expresó.
Aires de cambio
Holguín Balderrama recordó que, cuando el Papa Benedicto XVI se retiró, en 2013, la elección de Jorge Mario Bergoglio, trajo consigo unos aires de cambio importantes para la iglesia católica y, aunque quizá no se concretaron muchas de sus ideas, se hicieron buenas propuestas y estuvo intentando mover esas inercias y costumbres de siglos de una institución también milenaria.
“Hay que recordar que el Papa Francisco, desde sus tiempos de arzobispo en Buenos Aires, Argentina, ya era un prelado muy cercano a la gente y, sobre todo, a la gente más necesitada, es decir que fue cercano a los pobres.
“Llevó incluso una vida bastante austera negándose a vivir en las residencias oficiales, tanto del arzobispado como después en el Vaticano, en Roma, y siempre trataba de proyectar una imagen de mayor austeridad, defendiendo constantemente: “una iglesia pobre para los pobres”, retomó.
Holguín Balderrama destacó que, a diferencia de sus predecesores, el Papa Francisco continuó con una vida sencilla, negándose a vivir en las residencias oficiales demostrando coherencia entre su discurso y su práctica.
Entre las acciones que hay que recordar por su trascendencia, el académico universitario señaló el haber logrado una mayor representatividad dentro de la jerarquía eclesiástica aumentando significativamente el número de cardenales provenientes de Asia y África, reflejando su interés por fortalecer la presencia de la Iglesia en un mayor número de regiones tradicionalmente no católicas, incluso, no cristianas.
Dijo que también hay que señalar sus declaraciones, los puntos de vista que hizo en relación a ciertos temas, a la comunidad LGTBIQy+, donde él llegó incluso a considerar que las relaciones matrimoniales entre personas del mismo sexo podrían ser bendecidas por la iglesia, aunque no precisamente como un matrimonio eclesiástico tradicional.
El pontificado que concluye con la muerte del Papa Francisco, añadió, también estuvo marcado por los esfuerzos de una reforma interna, impulsando mecanismos para combatir la corrupción y la pederastia dentro de la Iglesia, y hasta llegó a considerar acoger a las mujeres que se hubieran practicado algún aborto cuando éstas se arrepintieran.
Agregó que en el plano internacional, el Papa Francisco desempeñó un papel sumamente importante como mediador en conflictos, participando, entre otros, en los procesos de diálogo entre Cuba y Estados Unidos, en los intentos de intermediación entre Israel y Palestina y la guerra de Rusia y Ucrania.
“Creo que todo eso, definitivamente marcó este primer cuarto de siglo que ya hemos vivido y pues, definitivamente, marcó también a la Iglesia Católica; su llamado constante a la paz y a la justicia social reforzó su imagen como líder moral más allá del ámbito religioso”, consideró.
Desafíos para la iglesia
Holguín Balderrama añadió que con la muerte del Papa Francisco, la Iglesia, como todos los católicos en el mundo, tienen como desafío principal la elección de quien lo vaya a sustituir por el trabajo que ya hay y que algunos piensan que debería continuar u otros que deberían dejarse como están.
Señaló que uno de los principales retos para definir el rumbo del catolicismo en los próximos años será mantener la continuidad de las reformas iniciadas por el Papa Francisco, aunque también existe el riesgo de que muchas de las transformaciones impulsadas por el pontífice queden estancadas o, incluso, se reviertan.