
Nota publicada: 2025-04-14
Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel de Literatura peruano cuya muerte anunciaron sus hijos este domingo, tuvo claro desde muy joven que quería ser escritor.
Y a eso dedicó su vida con disciplina de picapiedrero, hasta que consiguió el reconocimiento universal como autor y y una división de opiniones en torno a su figura pública que quizás no se veía en Occidente desde la época del filósofo Jean Paul Sartre.
Tal vez no es coincidencia: Sartre fue uno de sus primeros modelos (sus compañeros de juventud le decían "el sartrecillo valiente"), y aunque después abjuró de las ideas políticas del francés -y de muchas de las literarias-, hasta el final fue un escritor engagé, comprometido con su realidad, como lo pregonaba el famoso existencialista.
Esa disciplina y compromiso lo llevaron a producir con asombrosa abundancia: 20 novelas (entre ellas, obras cumbres como "La fiesta del Chivo", "Conversación en La Catedral" o "La ciudad y los perros"), un libro de cuentos, 10 obras de teatro, 14 libros de ensayo, dos de crónicas y uno de memorias, amén de mútiples recopilaciones de sus columnas y escritos sueltos.
"Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá", señalaron en un comunicado los hijos del escritor, Álvaro, Gonzalo y Morgana.