Nota publicada: 2025-01-23
Washington y Nueva York. En el pasado, los multimillonarios de este país se mantenían amablemente a un lado, a veces en las sombras, para evitar aparecer demasiado abiertos con las cúpulas políticas tanto demócratas como republicanas, a las cuales confiaban proteger sus intereses. Pero esta semana, los multimillonarios no necesitaban ser tan modestos y los hombres más ricos del mundo se quitaron las máscaras al ocupar sus lugares hasta adelante de todos en la toma de posesión oficial del nuevo presidente.
La riqueza neta combinada de los hombres ricos (y sí, todos eran hombres) invitados a sentarse en el escenario detrás de Donald Trump en su ceremonia de investidura se calculó en más de un billón de dólares. En tanto, el gobernador de Texas y héroe de las fuerzas antimigrantes del país, Greg Abbott, entre otras figuras prominentes aliadas del presidente, fueron relegados a una sala remota del Congreso para ver la ceremonia por pantallas de televisión. Y hasta miembros de su gabinete en formación fueron sentados detrás de los ricos.
Los multimillonarios Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg –los tres individuos más ricos del planeta– hasta trajeron a sus esposas y/o novias al acto. También invitados a sentarse sobre el escenario en la Rotunda del Capitolio cerca de Trump estaban los ejecutivos en jefe de Google, Sundar Pichai, y de Apple, Tim Cook. Musk ya es integrante del nuevo gobierno con su tarea ambigua de buscar cómo recortar el presupuesto federal y se dice que hasta tendrá un escritorio dentro de la Casa Blanca –vivió varios días durante la transición en el club residencia de Trump Mar-a-Lago-, pero no se sabe cuánto durará en ese puesto (y hasta cuándo el presidente y el multimillonario se aguantarán).
Tal vez el mejor resumen del estreno de la nueva presidencia es la caricatura en la portada de The New Yorker, donde un Musk sonriente, con la figura de Trump apenas visible a su lado, tiene la mano levantada y la otra –junto con la de Trump– sobre una Biblia haciendo el juramento presidencial. “El 20 de enero de 2025, el próximo líder de Estados Unidos –y del mundo libre– asume el poder. También en ese día, Donald Trump juramentará”, explicó el caricaturista que elaboró la portada, Barry Blitt.
Trump es el presidente, pero no ha ocultado el hecho de que las élites tecnológicas, cuyas plataformas han sido fundamentales en difundir las mentiras y distorsiones de Trump y sus simpatizantes, también son sus amigos, asesores y obviamente los que esperan ser beneficiados por el nuevo mandatario. En el segundo día de su presidencia, la primera conferencia de prensa fue junto con Larry Ellison, el multimillonario dueño de Oracle, para anunciar una nueva inversión de 500 mil millones en centros de datos de inteligencia artificial.
También vale señalar que una docena de los nominados a altos puestos en el nuevo gobierno son multimillonarios (incluido Musk).
Poderosos desde antes
Nuestra oligarquía de tecnología ha ejercido su poder mucho antes de esta semana. Y ese poder proviene de más que sólo el liderazgo republicano, explica Chris Mills Rodrigo, del proyecto de Inequality del Institute for Policy Studies (IPS). A fin de cuentas el presidente Obama otorgó a la empresa Tesla de Musk casi 500 millones en su estímulo de 2009, y Biden rescató al banco en apuros Silicon Valley Bank sólo el año pasado. Pero la asignación de asientos es la prueba más clara hasta ahora de que un grupito de multimillonarios, enriquecidos por un mercado tecnológico en auge, ahora goza de una influencia política.
No es de extrañar, entonces, que entre las primeras órdenes ejecutivas firmadas por el nuevo mandatario en su primer día, se anunciara explícitamente que Estados Unidos se retiraba de un acuerdo de la OCDE para una tasa mínima de impuesto corporativo de 15 por ciento. En su segundo día en el cargo, Trump se reunió con el Congreso para diseñar estrategias sobre cómo renovar los recortes de impuestos para los ricos, que expiran a finales de 2025, además de que todos saben que las empresas de estos ricos lucran con contratos multimillonarios con el gobierno federal.
Pero la expresión tan pública y explícita entre el presidente y los multimillonarios sorprendió incluso al senador Bernie Sanders, la figura política más crítica del 1 por ciento más rico y su poder político. Cuando empezaba a hablar sobre oligarquía, mucha gente no entendía lo que significaba. Bueno, esto ha cambiado. Cuando los tres hombres más ricos en Estados Unidos se sientan detrás de Trump en su inauguración, todos entienden que la clase multimillonaria ahora controla nuestro gobierno. Tenemos que luchar contra eso.
Quién da las órdenes
Al regresar de la ceremonia, la senadora demócrata Elizabeth Warren señaló que Trump, en su discurso, habló sobre tomar Groenlandia y el Canal de Panamá, pero no mencionó el costo de la salud ni habló sobre reducir el precio de los abarrotes. Los ultrarricos pagan millones para sentarse en primera fila, adelante hasta de los nominados al gabinete. Eso dice bastante sobre quién estará dando las órdenes. Concluyó que Trump es muy bueno en distraernos con caos, para que pueda impulsar políticas que harán más difíciles las vidas de los que trabajan mucho y mejorará las vidas de los multimillonarios.
Entre las últimas palabras oficiales en su discurso de despedida en la Casa Blanca, unos cinco días antes de concluir su mandato, el entonces presidente Joe Biden declaró: quiero advertir al país de algunas cosas que me preocupan mucho: la concentración peligrosa de poder en las manos de unas cuantas personas ultrarricas. Hoy día, una oligarquía de riqueza extrema, poder e influencia se está conformando en Estados Unidos, lo que literalmente amenaza a toda nuestra democracia, nuestros derechos y libertades básicas, y una oportunidad para todos.
Sabe de lo que habla, ya que esa clase multimillonaria multiplicó sus fortunas durante su presidencia: la riqueza de los 12 estadunidenses más ricos se incrementó en más de un billón 300 mil millones de marzo de 2020 a diciembre de 2024, un incremento de 193 por ciento, para llegar a un total que supera 2 billones de dólares, reportó inequality.org de IPS.
El estreno de esta presidencia ofrece una imagen política nacional que debería ser contradictoria: un presidente (multimillonario también) que se proclama populista y promete rescatar el sueño americano rodeado de unos cuantos de sus cuates megarricos.