Nota publicada: 2025-01-10
Anunciado cada año desde 2015 en la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), el Premio Versalles es un conjunto de galardones de arquitectura y diseño que destacan las obras más sobresalientes en varias categorías, como aeropuertos, campus educativos, instalaciones deportivas, estaciones de pasajeros, hoteles y restaurantes, según la página web del galardón.
El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) fue reconocido en 2024 como uno de los más bellos del mundo, en la categoría Selección Mundial, al lado del Aeropuerto Internacional Zayed, de Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos; el Aeropuerto Changi, terminal 2, de Singapur; el Aeropuerto Suvarnabhumi, Midfield Satellite 1, de Tailandia, así como el Aeropuerto Internacional Logan, terminal E, de Boston, y el Aeropuerto Internacional de Kansas City, ambos en Estados Unidos.
La ceremonia de entrega tuvo lugar el pasado 2 de diciembre en la sede de la Unesco en París, donde el AIFA estuvo representado por el general de división ingeniero constructor de Estado Mayor Gustavo Ricardo Vallejo Suárez, responsable de esa obra.
El jurado distinguió al aeródromo mexicano por su innovación, eficiencia ecológica y valores de interacción social, así como por poner en relieve el patrimonio histórico y cultural del país. Consideró, asimismo, la manera en que se ajusta a su entorno a partir de un diseño que aprovecha al máximo la luz natural y las áreas verdes. Reconoció, además, que la terminal cuenta con 18 módulos y mil 316 columnas equipadas cada una con aisladores sísmicos, lo que lo convierte en el edificio más grande de América en emplear esa tecnología.
Pese a toda adversidad y contrincante
Algo que debe destacarse, es que el Premio Versalles reconoce ese diálogo entre el diseño y la arquitectura, pero no la velocidad de construcción ni tener que trabajar ante la adversidad, las pandemias, las crisis de contenedores, los problemas en el Canal de Panamá para traer suministros, la coyuntura política adversa que nos distraía de la razón fundamental de construir para regresar sobre nuestros pasos a preparar informes, atender amparos y demandas y, aparte, ahora que tuvimos la oportunidad de ser designados por el gobierno de México para asistir a la premiación, confirmar que los otros galardonados son despachos internacionales de diseño con mucho prestigio y muy enfocados en obras de esta naturaleza, resalta el general Vallejo Suárez, en entrevista con La Jornada.
Para él, es una satisfacción demostrar con el AIFA que en México sí es posible hacer grandes obras de infraestructura dentro del tiempo, la calidad y el presupuesto establecidos, y celebra que la Secretaría de la Defensa Nacional haya sido la responsable de llevar a buen puerto ese monumental proyecto.
¡Qué bueno que el Presidente nos dio esta responsabilidad! ¡Qué bueno que confió en nosotros!, porque ninguna constructora hubiera sacado adelante este aeropuerto dentro del tiempo, el presupuesto y con esta identidad nacional!, subraya, para luego aclarar que la participación del Ejército en obras como ésta es la de una herramienta para convertir decisiones de Estado en proyectos de infraestructura viables y rentables.
Agrega: Mucha gente dice que los soldados se están distrayendo de sus funciones básicas, pero no, las fuerzas armadas tienen tropas destinadas a funciones de seguridad, de acompañamiento de las estructuras de seguridad civiles, de atención médica y en nuestro caso de ingeniería. Realmente, ¿por qué estamos aquí? Lo hemos dicho en varias ocasiones: las fuerzas armadas estarán donde el Presidente instruya, la sociedad lo requiera y la Constitución la permita.
También somos plásticos
Orgulloso del reciente reconocimiento al AIFA, Vallejo recuerda la reacción adversa de varios sectores y medios de comunicación cuando se anunció que el Ejército sería el encargado de construir esa terminal área, y el desdén con el que se trató a esa institución, dice, al afirmar que los militares no saben construir y que se corría el riesgo de que hicieran algo horrible o un cuartel, o que terminarían en varios años.
Pero también somos plásticos; lo que pasa es que nunca estamos con los reflectores ni en los podios, porque siempre nos encontramos en la adversidad. Los ingenieros militares andamos en la frontera o en la sierra, donde las constructoras abandonan los caminos porque no es costeable para ellas, porque hay inseguridad, son acosadas, o donde malos servidores públicos, conjugados con empresas voraces, se acaban el presupuesto y abandonan la obra. O en la construcción de nuestros cuarteles, que tienen que ser sobrios, sencillos, austeros, aclara.
Entonces, con bajos presupuestos y en un escenario siempre de austeridad y limitaciones, nunca vamos a conseguir un premio. Pero no queremos premios ni reflectores. Nuestro mayor premio es retirarnos sanos y salvos a nuestros cuarteles o casas con la satisfacción del deber cumplido. Nada más, y a lo que sigue, borrón y cuenta nueva.
Al concluir el AIFA, Vallejo Suárez y el Agrupamiento de Ingenieros Felipe Ángeles, del cual es comandante, se hicieron cargo de los últimos tres tramos del Tren Maya y del Aeropuerto Internacional de Tulum, en el sureste mexicano.