Nota publicada: 2024-12-12
Beatriz Espinoza/ Karla Valenzuela
Desde los relatos de sus apariciones hasta la actualidad, la Virgen de Guadalupe sigue siendo una manifestación viva de la identidad del mexicano, aseguró el académico Aarón Grajeda Bustamante.
El historiador señaló que, de hecho, ha sido, y sigue siendo, una representación de la identidad nacional en los movimientos, incluso de resistencia, de la población desde antes de la Independencia de México.
“De hecho, antes de la formación de los partidos políticos, la creación de las logias franco-masonas, permitieron la apropiación de lo político, y el movimiento de Independencia tuvo en los Guadalupes su imagen como elemento de identidad nacional frente a los criollos en el origen de una parte de la independencia en 1810”, expresó.
Agregó que no fue gratuito que Miguel Hidalgo y Costilla hiciera suyo el estandarte del convento de Atotonilco con la figura de la guadalupana para representar con ellos la unidad nacional ante la captura de Fernando Séptimo por los Borbones en los tiempos de Napoleón.
“De ahí que consigne en el llamado a la Independencia, el ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Viva Fernando Séptimo!, ¡Mueran los gachupines!”, recordó.
Símbolo de raza
Grajeda Bustamante reiteró que, posterior a eso, la figura guadalupana aparece también en la narrativa nacional, por ejemplo, en el movimiento armado de 1910, cuando se le tomó también como estandarte.
“La Virgen de Guadalupe está presente en muchos de los procesos de identidad nacional y está también presente como resistencia, particularmente en las comunidades chicanas en los Estados Unidos que la utilizan como símbolo de raza en muchas de las manifestaciones y luchas por el reconocimiento de sus derechos”, añadió.
Más viva que nunca
El académico del Departamento de Historia y de Antropología de esta casa de estudios consideró que la imagen que se venera por la mayoría de los mexicanos este 12 de diciembre está más viva que nunca como figura de identidad nacional.
“Ha encontrado una vitalidad increíble en los diferentes mecanismos de divulgación y se calcula, grosso modo, una movilización a la Basílica en la Ciudad de México de aproximadamente 22 millones de personas al año”, estableció.
Dijo que esta movilidad es comparable con la del viaje que hacen los musulmanes a la Meca, también como parte de su identidad religiosa.
“El culto guadalupano, es sin lugar a dudas, una identificación viva de los mexicanos”, añadió.
Grajeda Bustamante dijo que también es un elemento central en las manifestaciones personales y grupales de la peregrinación.
Como ejemplo, citó la tradición de la comunidad Yaqui, cuyo año religioso es del 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, hasta el 6 de enero, Día de los Santos Reyes, como parte de su identidad y actualidad religiosa.
“Es una muestra de la apropiación de ese sentimiento religioso identificado en la persona o que ella, es, la madre de los mexicanos, como la Tonantzin fue también en el Tepeyac la diosa madre del universo simbólico religioso mexicano náhuatl”, asentó.
El docente universitario, que se ha especializado como historiador cultural con temas sucedáneos y los universos simbólicos colectivos, enfatizó que la figura de la Virgen de Guadalupe representa el doloroso tránsito del mundo prehispánico al México moderno, tanto como lo representa, por otro lado, La Malinche.
“Además, la Virgen de Guadalupe ha sido representada, por supuesto, también en la plástica, pero también en la literatura y en muchos otros campos donde su presencia se asoma como la madre abnegada, la madre traicionada, así que hay mucho de esa pasión de la madre dolorosa representada en ella.
En ese sentido, concluyó, está muy enclavado en un universo simbólico muy patriarcal como la cultura tradicional mexicana.