Nota publicada: 2024-10-28
Sebastián Lora aterrizó en Madrid con unas ganas tremendas de comerse al mundo. Para ese momento no sabía que se convertiría en un formador exitoso de habilidades de comunicación, autor y speaker. Pero, ¿cómo encontró su propósito para levantarse cada mañana con energía renovada?
Como recién graduado de ingeniería industrial con enfoque en aviación era un joven dominicano motivado con grandes metas y con cierta ventaja porque nació en una familia que siempre lo había motivado a alcanzar su sueño: fundar una aerolínea. Esto no sucedió porque muchas veces los sueños mueren en el camino.
En su primer trabajo como teleoperador de equipajes perdidos en el aeropuerto de Madrid, descubrió uno de los grandes destructores de sueños: el síndrome de los lunes. “Mi gran sorpresa fue llegar un lunes al trabajo y preguntarle a un compañero de trabajo: ‘¿Cómo estás?’ y su respuesta fue ‘de lunes’. Todos en España conocen esta frase. El problema es decirla constantemente y vivir sin pena ni gloria”, expresa Sebastián.
El 10% de los trabajadores hacen algo que les encanta; el 71% “ni fu ni fa”; y el 19% odia su empleo.
El secreto para encontrar tu propósito
Para encontrar una solución a esta situación de vivir haciendo algo que no disfrutas, Sebastián Lora tuvo que echar un vistazo a Japón. Al norte de la ciudad de Okinawa hay un pequeño pueblo llamado la aldea de los centenarios porque es el sitio con el mayor índice de longevidad del mundo. Ahí encuentras muchas personas de más de 100 años que se levantan todos los días a trabajar y además lo hacen porque les gusta.
¿El secreto? Tener un propósito, una razón de ser o vivir, lo que ellos le llaman ikigai, que es un concepto que le ha dado la vuelta al mundo en la búsqueda incansable por alcanzar la felicidad.
Los autores del libro“Ikigai: Los secretos de Japón para una vida larga y feliz”, exponen de manera práctica el ikigai y lo definen como el punto de encuentro de cuatro variables: aquello que te encanta hacer; aquello que se te da muy bien; aquello por lo que pueden pagarte y aquello que necesita el mundo.
El día que tocó fondo
Pero antes de convertirse en un exitoso youtuber, Sebastián Lora, descubrió el ikigai en su lucha por derribar sus propios fantasmas (sobre todo cuando tocó fondo hace 20 años).
“En la universidad la asignatura más difícil para mí fue dibujo técnico. La estaba pasando fatal con mi proyecto final. Mi mamá me pidió que la dejara ayudarme. Me fui a descansar. Pero había un problema. Aunque ella es arquitecta, llevaba años diseñando por computadora. La vi con cara de terror y el dibujo lleno de borrones y rayones. Yo, en mi frustración tomé el papel y lo rompí en su cara”.
Así que, Sebastián salió de casa y al regresar encontró a su mamá llorando y le dijo algo que nunca nadie le había dicho en su vida: “Sebastián, eres la persona más arrogante que conozco”. “Yo me había criado con complejos de inferioridad y lo normal era que cuando me sentía atacado, sacará las uñas y me defendiera”.
Para Sebastián estaba claro que había algo en él que tenía que cambiar. Esto lo embarcó en un proceso doloroso, pero necesario para luchar contra sus fantasmas. Fue un proceso que lo llevó a entender muchas cosas sobre su persona.
El día que encontró su propósito: la oratoria
Tony Robbins, uno de los coach más famosos del mundo, dice que los humanos tienen seis necesidades fundamentales: certeza, variedad, conexión, relevancia, conocimiento y contribución. Cada uno tiene al menos una de estas necesidades especialmente marcada. La de Sebastián Lora es relevancia, sentirse especial e importante. Esto se satisface con reconocimiento.
Por eso, Sebastián decidió comenzar a estudiar habilidades de comunicación; y en el proceso descubrió un club de oratoria. “Vi la oportunidad fabulosa de que me prestaran atención”. Durante los primeros años lo único que buscaba era brillar -reconoce-. “En aquella época era en cierta medida enfermizo”. Pero en el proceso ocurrió que cuanto más hablaba en público, más le gustaba.
Al cabo de un tiempo, comenzó a enseñar de manera informal a algunas personas. Luego, a cobrar un poquito por ello. Unos años más tarde, Sebastián dejo su trabajo para dedicarse a la oratoria. Más adelante, pasó de su hambre de conseguir atención a enseñar en términos de conectar (primero consigo mismo y luego con los demás).
Para que puedas ayudar a las personas a cambiar su vida es necesario que confíen en ti y eso requiere que muestres tu lado humano. Si tú te abres, las personas también lo hacen.
Lanza un reto: enseñar
Como formador de personas, Sebastián Lora está convencido de que cuando enseñas una habilidad a alguien le das una oportunidad de crecer y comenzar a cambiar su vida. Por eso, lanza un reto: enseñar.
“Cuando enseñas a otras personas algo que te encanta hacer y se te da muy bien, esto te mete en una dinámica donde comienzas a conectarte con tu propio propósito; y si en el proceso te das cuenta de que puedes ganarte la vida con ello, se abre la puerta a disfrutar inmensamente de cada día de la semana, incluso de los lunes”.
Para enseñar puedes comenzar uno a uno o con pocos. Solo necesitas dos cosas: elección y compromiso -aconseja- El tomar la decisión tiene que salir de ti mismo. Comienza buscando en todo aquello que cumpla dos variables: aquello que te encanta hacer y aquello que se te da muy bien. Lo segundo es compromiso porque nada grandioso ocurre sin dedicación y esfuerzo.
“Yo no tenía ni idea de lo que quería hacer, hasta que un día fue un eureka tan intenso y dije: ‘Voy a enseñar a hablar en público’. Sin embargo, al cabo de uno, tres y seis meses no había hecho nada, más que soñar. Afortunadamente, conocí a un amigo que me dijo algo que cambió mi vida para siempre: ‘Pon fecha y anúnciala’”.
Así que, cuando ya no pudo más, Sebastián Lora anunció una fecha a doce amigos y les cobró un poquito; y esa decisión fue el inicio de una actividad que ama con locura, que reconoce que se le da bien. Por la que le pagan y ayuda a la gente. Esto le hizo descubrir su ikigai: la oratoria. Seguramente ya estás comenzando a pensar en algo que podrías enseñar.
“Te pido tomes tu celular. Hazlo porque esto te puede cambiar la vida y la de alguien más. Ahora piensa en esa persona a la que puedes ayudar y cuando la identifiques, búscala en WhatsApp y dile lo siguiente: ‘Tengo algo que enseñarte y lo digo en serio, tengo algo que enseñarte’. Da el primer paso y el resto caerá por su propio peso. Reitero, comienza enseñar”.
Y cada domingo, cuando haya acabado el gran fin de semana, a medida que te vas metiendo en la cama y vas cerrando los ojos, escucharás como tu voz interior te dice: ¡Qué bien! Mañana es lunes.