• Hermosillo, Sonora, México a     |  Año 29 No. 11    

Apuntes sobre los finales de sexenio

Bulmaro Pacheco / [email protected]




Nota publicada: 2024-08-25

Apuntes sobre los finales de sexenio

Bulmaro Pacheco

 

El presidente Lázaro Cárdenas del Río, que gobernó de 1934 a 1940, tuvo un final de sexenio con turbulencias políticas marcadas. Se le complicó la sucesión al enfrentar la rebelión política del militar Juan Andrew Almazán, quien a través el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN) le jugó las contras al candidato del PRM Manuel Ávila Camacho. Cárdenas enfrentó —en medio de turbulencias petroleras y movilizaciones sindicales— la rebeldía de una parte del ejército en la campaña presidencial, pero al final sacó adelante a su candidato y éste gobernó pacíficamente de 1940 a 1946.

Ávila Camacho enfrentó las ambiciones presidenciales de su hermano Maximino, secretario de Comunicaciones y Transportes; pero murió repentinamente en 1945. También las presiones de un grupo importante al postular al ex canciller Ezequiel Padilla como candidato del Partido Democrático Mexicano; pero maniobró bien y pudo sacar adelante la candidatura de Miguel Alemán Valdez.

Alemán volvió a enfrentar la rebeldía de una parte importante del ejército —inestabilidad política incluida—con la postulación del general Miguel Henríquez Guzmán, a través de la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano, contra el candidato del PRI Adolfo Ruiz Cortines.

Don Adolfo manejó maquiavélicamente su sucesión haciendo creer a varios de los aspirantes que ellos serían (Carrillo Flores, Olachea, Flores Muñoz) y al final se decidió por el secretario del Trabajo, Adolfo López Mateos, quien ganó la postulación en el PRI, y la elección contra el panista Luis H. Álvarez.

Hubo turbulencias con huelgas de maestros y ferrocarrileros que cimbraron la estructura política. Las oposiciones demandaban mayor participación, no solo ser convidados de piedra a las elecciones.

Desde un principio, el candidato de López Mateos fue el secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz —que fue el operador para crear los primeros diputados de representación proporcional en 1963, llamados de partido—. Se enfrentaron turbulencias de fin de sexenio, pero se libraron políticamente.

En 1968 estalla el conflicto estudiantil-popular que el gobierno, ante la falta de una eficaz estrategia política, resuelve por la vía de la violencia y queda marcado desde entonces como el gran evento de represión política que hasta hoy se recuerda.

Ese conflicto complicó la decisión sucesoria y el presidente Díaz Ordaz optó por el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, que ganó la elección contra Efraín González Morfín, del PAN, con un conflicto social y político derivado de 1968 que marcó en definitiva al gobierno del PRI.

Eran tiempos de crecimiento económico del 6% del PIB, la consolidación de la seguridad social, de la eficaz vacunación masiva contra enfermedades endémicas, de la alfabetización, de la gran urbanización de México, y la ampliación de la obra hidráulica y el sistema de carreteras, pero con una alta presión social y política que demandaba mayor apertura del sistema político.

El PRI empezó a debilitarse a finales del sexenio de Luis Echeverría por las acciones emprendidas por un presidente saliente, cuando ya había presidente electo: José López Portillo. El protagonismo de Echeverría condujo a la desconfianza hacia el electo, que nada pudo hacer en el conflicto de Echeverría contra el sector empresarial y con la primera devaluación del peso ante el dólar en 25 años (de 12.50 a 19.00) incluida.

Inaugurado el gobierno de López Portillo se dio el rompimiento con el expresidente Echeverría, lo que debilitó aún más al PRI y propició la reforma política aplicada en la elección de 1979 que dio lugar a nuevos partidos políticos y a una más amplia representación proporcional en el Congreso de la Unión.

El presidente López Portillo afirmaría después en sus memorias que al final solo quedaron como finalistas de su sucesión Miguel De la Madrid y Javier García Paniagua. Ganó De la Madrid.

De la Madrid enfrentó al final del sexenio una doble crisis: La financiera y la política. Una devaluación del peso que se dio durante todo el sexenio y una inflación que rebasó el 100%. En ese sexenio se generó la crisis política más importante dentro del PRI, que dio lugar a la llamada Corriente Democrática, la postulación opositora de Cuauhtémoc Cárdenas y la posterior fundación del PRD, principalmente con ex priistas.

La crisis de fin de sexenio de mayor impacto y gravedad política fue la que enfrentó el presidente Carlos Salinas de Gortari después de haber emprendido grandes reformas como la firma del TLC con los Estados Unidos y Canadá, entre otras.

En enero de 1994, el conflicto con la guerrilla chiapaneca; en marzo, el asesinato de Luis Donaldo Colosio; en septiembre, el asesinato del diputado y secretario general del PRI José Francisco Ruiz Massieu; y 19 días después de entregar el poder —todavía 1994— la gran devaluación de la moneda llamada “El error de diciembre” y la crisis financiera de larga duración que originó graves daños en el bienestar de los mexicanos.

Ernesto Zedillo—que padeció el enfrentamiento con su antecesor— enfrentó la crisis política y la económica con grandes reformas políticas y sociales. Entre otras, las de la Suprema Corte de Justicia, la negociación de la deuda y la elección directa de autoridades en la Ciudad de México —que han ganado las izquierdas de 1997 a la fecha.

La transición presidencial entre un gobierno del PRI y el primero del PAN en la historia de México fue tersa y sin mayores conflictos. El sistema político y las instituciones aguantaron y resistieron cuando muchos apostaban que podría haber inestabilidad.

Vicente Fox desaprovechó la gran oportunidad que le dieron los votantes al no realizar reformas trascendentales en su sexenio. Al final se le complicó la sucesión porque no pudo imponer a su favorito, Santiago Creel, y le ganó el PAN con Felipe Calderón.

Felipe Calderón tuvo un sexenio muy violento en su lucha abierta contra el narcotráfico. No pudo imponer a Ernesto Cordero como su sucesor y el PAN le ganó con Josefina Vásquez Mota, quien perdió ante Enrique Peña Nieto del PRI en la elección de 2012.

Peña Nieto tuvo sus primeros dos años de reformas importantes con el llamado “Pacto por México”, pero su gobierno se perdió posteriormente en la frivolidad, la corrupción y conflictos políticos que no resolvió del todo como el de Ayotzinapa y la llamada “Casa Blanca”.

Fue tibio en su relación con el PRI, no impulsó reformas importantes en el partido y terminó por ceder a las presiones de postular a un candidato —no partidista—, y llevó al PRI al tercer lugar. Terminó su gobierno con muy altos niveles de impopularidad, lo que facilitó la victoria de Morena y su candidato Andrés Manuel López Obrador.

López Obrador termina su sexenio en medio de fracturas y un alto nivel de polarización política, como en los finales de sexenio de Luis Echeverría y José López Portillo. Enfrentamientos con las oposiciones, los dirigentes sociales, los empresarios y el gobierno de los Estados Unidos.

Bajo crecimiento de la economía (0.8%), incremento de la pobreza extrema, altos niveles de inseguridad, escándalos de corrupción no atendidos, enfrentamientos con el poder judicial y una notable falta de diálogo con todos los actores políticos y sociales.

Impuso candidata presidencial y 23 gobernadores, se hizo del INE y del tribunal electoral, y repitió el estilo de gobierno concentrador del poder que tanto criticó a sus antecesores.

Promueve una reforma al Poder Judicial, que nunca se le sometió en su sexenio, más por venganza personal y odio a los ministros en turno que por la búsqueda de eficacia en la administración de justicia.

No se sabe en qué va a parar todo eso, que ha dado lugar a la primera movilización de protesta del Poder Judicial en su historia.

Tampoco se sabe —por la opacidad— cuáles serán los saldos finales del sexenio que termina. Si bien presumen que no habrá inestabilidad económica, porque se sostienen sobre las bases estructurales de la economía heredadas desde el sexenio del presidente Zedillo, otros serán los efectos del déficit presupuestal, que ya va en el 6% del PIB, y que obligará a recortes importantes en el presupuesto 2025 —¿En qué rubros?, ¿A quién afectará? — que ya le tocará diseñar a su sucesora, Claudia Sheinbaum, quien tendrá que enviar el paquete económico al Congreso a más tardar el próximo 15 de noviembre.

Ahí se verán algunas realidades que por ahora permanecen en el misterio y forman parte de la incertidumbre política y económica que rondan a los mercados y preocupa a muchos. Por ahora —sin magnanimidad alguna en el triunfo—los de la 4T se defienden y presumen como si se tratara de una borrachera, la votación obtenida, ignorando críticas y adversarios y terminando de descalificar a un pasado que muy pronto habrá de convertirse en su sombra. A partir del primero de octubre, ese pasado será parte de ellos y tendrán que responder por sus propias omisiones.

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